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lunes, 12 de febrero de 2024

SOLUCIÓN DE PROBLEMAS

  

Si tus problemas tienen solución,
no te preocupes.
Y si no los tienen,
¿para qué te vas a preocupar?

Anónimo




Hay personas tremendamente indecisas a la hora de tomar decisiones.

No se sienten seguras de su propio criterio y temen siempre tomar la decisión equivocada. Esto les produce problemas de ansiedad, bloqueos psicológicos, pérdida de oportunidades por no atreverse a tomar decisiones y la necesidad constante de que otras personas decidan por ellos.

Existen programas psicológicos encaminados a enseñar a las personas técnicas de solución de problemas, de fácil implementación, y que les ayudan a tomar las riendas de su vida.






LA TÉCNICA DE SOLUCIÓN DE PROBLEMAS

La Técnica de Solución de Problemas consiste en una estrategia de cinco pasos para encontrar solución a cualquier tipo de problema con el que nos encontremos. Un problema se define como "un fracaso para encontrar una respuesta eficaz a una situación determinada".

Los cinco pasos para resolver un problema son:






1. ESPECIFICAR EL PROBLEMA

Lo primero es identificar las situaciones problemáticas. En muchos casos la situación no es problemática en sí, pero existen respuestas ineficaces a diferentes situaciones.

Para identificar el problema no vale una respuesta vaga, hay que analizarlo en profundidad, definiéndolo expresamente.

2. CONCRETAR LA RESPUESTA QUE COMO HÁBITO DAMOS AL PROBLEMA

Requiere describir con detalle el problema y la respuesta que habitualmente se da, indicando los pensamientos automáticos, el estado emocional ante la solución habitual y el resultado.

3. HACER UNA LISTA CON SOLUCIONES ALTERNATIVAS

Esta técnica se denomina tormenta de ideas (brainstorming). Se trata de anotar todas las posibles soluciones, sin valorar de antemano si es correcta. En principio todo vale, es una cuestión de generación de alternativas.


4. VALORAR LAS CONSECUENCIAS DE CADA ALTERNATIVA

Se puede hacer una lista con las ventajas o convenientes de cada solución planteada, teniendo en cuenta las repercusiones en el área social y personal y su eficacia a corto y largo plazo.

5. VALORAR LOS RESULTADOS

Consiste en poner en práctica la solución y comprobar si cumple el objetivo

TOMA DE DECISIONES: ¿HELADO DE FRESA O DE CHOCOLATE?

Tomar decisiones, es algo diario, desde las decisiones importantes a las más intrascendentes. Cierto que hay decisiones que requieren un análisis previo y muchas veces se tornan en un problema por la trascendencia del camino que se siga, esto es completamente normal, y entra en el mundo de lo racional.


Sin embargo, hay personas que son incapaces de tomar una decisión, se sienten tan inseguras de su propio criterio personal que prefieren que sea otra persona la que decida por ellos (y de paso ahorrarse la autoculpabilización si no es la correcta).


Es importante que la persona aprenda a arriesgar, a tomar decisiones sabiendo que no siempre serán las correctas, lo que resulta imposible, pero que le permiten tomar las riendas de la vida y aprender a conocerse un poco mejor.

Estos son algunos pasos que se pueden seguir para comenzar a tomar decisiones, que pueden empezar siendo tan sencillas como la ropa que elijo, si voy al cine o al teatro o qué pedir en un restaurante, así de simple. 

DEFINE EL OBJETIVO QUE QUIERES CONSEGUIR

Antes de tomar cualquier decisión, debes primero definir el resultado que quieres obtener, con lo que sea que decidas. El objetivo marcará la alternativa de solución, que será aquella que cumpla más expectativas del objetivo.

BUSCA LAS ALTERNATIVAS

Mínimamente tendrás dos opciones por las cuales te puedes decidir. Básicamente serán la de aceptar y la de rechazar algo. Siempre se tiene el miedo de rechazar la alternativa que hubiera sido la mejor, pasará en ambos casos, por lo que en la decisión siempre hay un riesgo. Busca aquella alternativa que contenga más ventajas e inconvenientes, y rechaza la que tenga más inconvenientes (aunque sí, es cierto, también perderás alguna ventaja, pero… es difícil encontrar una solución perfecta)

COMIENZA A PRACTICAR

Si eres una persona muy indecisa, comienza un programa disciplinado de toma de decisiones sencillas, pedir consejo no es malo, pedir que alguien decida por nosotros sí. 

Poco a poco te irás encontrando segura de ti misma, igual que el resto de las personas, mostrando seguridad en los pasos que va siguiendo.

LAe INSEGURIDAD, ENEMIGO DE LA TOMA DE DECISIONES

Cuando hablamos de personas inseguras nos referimos a aquellas cuya inseguridad proviene de una falta de confianza en sí mismas que se manifiesta de una forma casi constante y que persiste desde hace bastante tiempo, formando parte de los rasgos que integran su personalidad. No es lo mismo de la inseguridad causada por una situación novedosa o con repercusiones para la vida de la persona, lo que le haría sopesar las posibilidades y en algunos casos bloquearse por el alto impacto en su vida de la decisión que tome. 

Las personalidades inseguras son más frecuentes entre los niños que han vivido en relativo aislamiento y entre los que han sido sobreprotegidos por sus padres. Los niños que se encuentran en este último caso tardan más en aprender a tomar decisiones por sí mismos, ya que muchas veces son los padres los que lo hacen por ellos; además, los padres infunden en ellos gran número de temores desproporcionados, con lo cual, antes de tomar una decisión se sienten asustados y llenos de dudas. Otras veces la inseguridad procede de sentimientos o complejos de inferioridad.





El rasgo más evidente de una personalidad insegura es la falta de capacidad para tomar decisiones, por una disminución del concepto de las propias capacidades. Son sujetos que vacilan constantemente antes de tomar una determinación. Este desasosiego les hace sufrir mucho cuando deben tomar una decisión de importancia, ya que a su sentimiento de insuficiencia se suele asociar un carácter retraído o inhibido, escrupuloso y repleto de remordimiento que los lleva a la pasividad, o cuando más, los empuja a la retirada, lo que los lleva a rechazar todas las tareas con algún componente de responsabilidad y riesgo, pues, para colmo, cuando fracasan suelen ser los primeros en echarse la culpa. 

Esto explica también que se trate de personas que buscan el apoyo de los demás, con los que mantienen lazos afectivos de excesiva dependencia. A partir del consejo de los otros les resulta un poco más fácil decidirse o trazar sus objetivos; pero a menudo la situación se complica porque en su consulta reciben consejos diversos.

Son personas que lo que desearían en realidad es «recibir órdenes», ya que de este modo se liberan de la dificultad que les supone tomar una decisión y además no se sienten tan profundamente culpables si se produce un fracaso. Desde una perspectiva psicodinámica se puede decir que los inseguros tienen un yo débil y que utilizan frecuentemente mecanismos psicológicos de defensa del tipo de la inhibición, la represión y las compensaciones. Cuando se utiliza este último mecanismo psicológico podemos encontrarnos ante personas exageradamente seguras, de aspecto autosuficiente y arrogante, aunque, si las conocemos en profundidad, descubramos que, bajo esta apariencia, se esconde una gran inseguridad en sí mismas.

Todos estos mecanismos psicológicos son muy neurotizantes, y, de hecho, la inseguridad en sí misma es una de las principales fuentes de las que brota la angustia neurótica. 

También es la inseguridad uno de los pilares de la timidez. En este caso se trata de una inseguridad que se acentúa durante las relaciones interpersonales, especialmente en las relaciones sociales que exigen la presencia simultánea de un nutrido grupo de personas. En la timidez se asocia la inseguridad a una disminución de la autoestima que puede tener su origen en un sentimiento de inferioridad.

La inseguridad puede presentarse de forma relevante en otros trastornos, como, por ejemplo, en el curso de una depresión; no obstante, al desaparecer el síndrome depresivo, la seguridad en uno mismo se va recobrando paulatinamente.